Reconocerse como importantes por aguantar una mayor ingesta de alcohol o por consumir drogas en el contexto de fiesta y ocio, buscar y enarbolar actos sexuales porque es marca de éxito y conquista masculina son -en mayor o menor medida- prácticas habituales entre los hombres. Y todas tienen en común que son distintas formas de expresión de patrones de hipermasculinidad. ASECEDI ha centrado su última formación en este modelo de conducta, muy presente entre la población que atiende en sus 16 centros de día especializados en adicciones.
Hipermasculinidad es un término relativamente nuevo que ha empezado a visibilizarse apenas hace quince años a través de los estudios críticos de la masculinidad del profesor de sociología Antonio García-García. Se trata de un concepto que ayuda a identificar aquellos comportamientos, performances o poses exageradas que abrazan una teatralización magnificada de la masculinidad, la virilidad y la destreza física en los hombres, las cuales suelen poner un fuerte acento en la fuerza, el aguante, la agresividad y/o el vigor sexual.
“Es una construcción práctico-identitaria que trasciende o lleva al extremo la idea de lo que significa ‘ser hombre’, exagerando e identificando como normal y natural el pasar los límites de la masculinidad tras un ideario patriarcal”, explica Jorge Cascales, coautor de la guía “Haciendo las cosas de otra forma”, que se ha presentado en esta jornada. Pelearse y ser violento como forma de conseguir reconocimiento o las competiciones de fuerza y destreza donde los hombres -consciente e inconscientemente- se exponen al riesgo son otros ejemplos de hipermasculinidad.
Tras casi veinte años deconstruyendo aquellos elementos de masculinidad que están obstaculizando los procesos de cambio, ASECEDI sigue adelante como una de las organizaciones pioneras en incorporar talleres de género adaptados a la población que acude a sus centros de día. “Tenemos muy claro que sumergirse en una adicción no es lo mismo para los hombres que para las mujeres y somos conscientes que todos los hombres acogen, reproducen o usan en algún momento de sus vidas algún patrón de hipermasculinidad”, asegura el presidente de ASECEDI, José González Oreja.
“Seguimos con nuestro compromiso, repensando cómo trabajamos y educando la mirada para que no se banalicen las actitudes violentas –añade González Oreja- porque, como bien refleja la guía, siguen existiendo grandes carencias en el imaginario profesional a la hora de conectar el análisis social y la perspectiva de género con el diseño y aplicación de procesos de atención social”.
Veinticinco profesionales del ámbito de las adicciones han participado en esta formación, celebrada en Madrid y financiada por la Delegación del Plan Nacional sobre Drogas.